Autor:
John Torres
Colección:
Poemarios
ISNB:
978-1-61887-330-9
Editorial:
Gato Malo Editores
Undead
*Fragmento de poema*
Y aquel o aquello que es fotografiado es el
blanco, el referente, una especie de pequeño simulacro, de eidôlon emitido por el objeto, que yo llamaría de buen grado el Spectrum de la Fotografía porque esta palabra mantiene a través de su raíz una
relación con <<espectáculo>> y le añade ese algo terrible que hay
en toda Fotografía: el retorno de lo muerto.
-Roland Barthes
Los desmoronamientos del cuerpo y de las cosas no
podrán nunca sorprendernos. La memoria se las ha anticipado y hasta les roba su
inminencia, su cruel presentimiento, como si ella fuera el pontífice de un
culto de ruinas.
-Roberto Juarroz
Un trago de luz te deja ver
cosas que te oscurecen,
las copas te ahogan,
como golpes de nieve
te
dejan yerto,
cuelgan cerrojos del espíritu.
Tus manos sedadas no pueden
trasladar objetos,
ni activar el mecanismo del candado,
el candor perdido.
El crepúsculo afina
las navajas del sueño,
como escritura extraña se superpone,
consume el palimpsesto
desde su habitual estado
de desesperación trascendental.
Se oblitera el mal de la forma
remando la fusta
en el pináculo de la pupila
o la tormenta.
cuelgan cerrojos del espíritu.
Tus manos sedadas no pueden
trasladar objetos,
ni activar el mecanismo del candado,
el candor perdido.
El crepúsculo afina
las navajas del sueño,
como escritura extraña se superpone,
consume el palimpsesto
desde su habitual estado
de desesperación trascendental.
Se oblitera el mal de la forma
remando la fusta
en el pináculo de la pupila
o la tormenta.
Intento
procesar la imagen embozada,
razonar el farragoso humor
de lo narrado.
Sucede que hastiada
del sosiego de la tierra,
después del cese de las funciones,
sin vaho a veces la gente vuelve
y se despide mejor.
En esta inanida historia yo soy yo
razonar el farragoso humor
de lo narrado.
Sucede que hastiada
del sosiego de la tierra,
después del cese de las funciones,
sin vaho a veces la gente vuelve
y se despide mejor.
En esta inanida historia yo soy yo
y
el reverbero de muertos vivos
que me persigue -entre segmentos
deshilvanados por la fuga-,
una estela hedionda que acecha
a las hordas,
la suma de las partes
sajadas por vicio.
que me persigue -entre segmentos
deshilvanados por la fuga-,
una estela hedionda que acecha
a las hordas,
la suma de las partes
sajadas por vicio.
En
la vida real no hay música de fondo
y el resabio de la conciencia gira
desarticulado.
Acá los zombis ríen y bailan
cual fuegos fatuos
y sus manos son retoños
que macerados nos tocan,
elevando el tacto al orden del juego,
sondas virtuales que ecualizan
el acecho.
El resto del relato es sencillo
Las muertes se retratan solas
sólo hay que saber mirar.
La piedra álgida canta
la música más elevada en frecuencias
de 27 a 56 kilohertzios
y tú no eres más que la ultrajante caricatura
de los bellos criminales.
Abyecto en el ordenador hay un archivo
nominado Mis Voces
y te exaspera
porque sabes que no puede
contener documentos reales
ni la campana de lengua polvorienta
de los pecadores.
Estoy cansado de pensar las cosas,
arrojar piedras desesperadas
que no trascienden
el arco de la gravedad,
lanzar relojes al fuego
para verlos morir dando la hora,
erigir una torre
invertida que toca
y el resabio de la conciencia gira
desarticulado.
Acá los zombis ríen y bailan
cual fuegos fatuos
y sus manos son retoños
que macerados nos tocan,
elevando el tacto al orden del juego,
sondas virtuales que ecualizan
el acecho.
El resto del relato es sencillo
Las muertes se retratan solas
sólo hay que saber mirar.
La piedra álgida canta
la música más elevada en frecuencias
de 27 a 56 kilohertzios
y tú no eres más que la ultrajante caricatura
de los bellos criminales.
Abyecto en el ordenador hay un archivo
nominado Mis Voces
y te exaspera
porque sabes que no puede
contener documentos reales
ni la campana de lengua polvorienta
de los pecadores.
Estoy cansado de pensar las cosas,
arrojar piedras desesperadas
que no trascienden
el arco de la gravedad,
lanzar relojes al fuego
para verlos morir dando la hora,
erigir una torre
invertida que toca
fondo,
donde todos pueden
hablar con nadie.
Confieso avergonzado
que durante una temporada blanquecina
mi único anhelo fue habitar esa atalaya,
tolerar el peso de sus muertos,
más que tolerar ser empático, meterme
en sus huesudos zapatos,
y celebrar su anti-lenguaje,
con una danza frenética,
como hacen los médiums.
Ahora paso tantas semanas sin reflexionar en nada que
cuando quieren retratarme, no logro asumir la pose de pensador.
La vida no debería ser este filme
de andantes piltrafas que nos consume,
cebándose de nuestras
horas y minutos y segundos;
de todo lo que acontece,
o la duda de que un ser aparentemente animado,
sea en efecto viviente; y a la inversa: de que un objeto
sin vida esté en alguna forma animado,
o teletubbies demoníacos inmóviles
bajo cielos tormentosos, etcétera.
Insisto,
reflexionar es destruirse
meter el ser en una licuadora,
ajar frappé para el demonio.
Me importa un pito que dos opuestos iguales
se contra-validen,
al contrario, mi crimen es haber,
feliz de vencer miedos traidores,
separado intrincados cabellos de besos.
A veces la pantalla pretende usurpar
el lugar trasnochado
de la conciencia y advierte:
El virus podría trepanar su memoria,
el precio de atisbar la núbil suicida es ruinoso,
es una nube negra que se enciende desde una tea de cenizas.
hablar con nadie.
Confieso avergonzado
que durante una temporada blanquecina
mi único anhelo fue habitar esa atalaya,
tolerar el peso de sus muertos,
más que tolerar ser empático, meterme
en sus huesudos zapatos,
y celebrar su anti-lenguaje,
con una danza frenética,
como hacen los médiums.
Ahora paso tantas semanas sin reflexionar en nada que
cuando quieren retratarme, no logro asumir la pose de pensador.
La vida no debería ser este filme
de andantes piltrafas que nos consume,
cebándose de nuestras
horas y minutos y segundos;
de todo lo que acontece,
o la duda de que un ser aparentemente animado,
sea en efecto viviente; y a la inversa: de que un objeto
sin vida esté en alguna forma animado,
o teletubbies demoníacos inmóviles
bajo cielos tormentosos, etcétera.
Insisto,
reflexionar es destruirse
meter el ser en una licuadora,
ajar frappé para el demonio.
Me importa un pito que dos opuestos iguales
se contra-validen,
al contrario, mi crimen es haber,
feliz de vencer miedos traidores,
separado intrincados cabellos de besos.
A veces la pantalla pretende usurpar
el lugar trasnochado
de la conciencia y advierte:
El virus podría trepanar su memoria,
el precio de atisbar la núbil suicida es ruinoso,
es una nube negra que se enciende desde una tea de cenizas.
endeble mesa de la memoria cae
el vaso truncado en silencio
como la esperanza,
cerco precario de la ceniza.