Colección:
Poemarios
ISNB:
978- 1 -61887 -329-3
Editorial:
Gato Malo Editores
Que así sea
Poemas
2005–2011
*Selección de varios poemas*
AL ENEMIGO
Salimos a buscar bajo el terreno seco
de las llagas, ciertas válvulas de escape.
Luego de rompernos unas mil veces, se entiende,
cruentamente,
que el escape: se aleja de mansedumbres,
de manuscritos de la verdad,
se hace cómplice chaperón. Residuo. Marejada.
Se manifiesta como chubasco y
zapato trampolín... Y circunda nuestro lugar
hasta convertir los opuestos al opio
de la distancia de los garabatos,
de alguna vez. Entonces el Olvido.
Y el Olvido puede servir como luna para el
conflicto:
lejos, desde, apareciendo, nunca
constante.
El Olvido es una ampolla.
Una
muletilla,
con pañuelos frescos en pieles desgarradas
que se alimentan de
trances alimañas descomposición interferencias
desaguadas que
nos permiten, con el peor de los prejuicios, creernos
dioses:
pensarnos abismo y pensarnos amputados de.
Pensarnos cirujanos para la matemática
del perfumarnos del porqué sí.
Entonces la mecha se vuelve almohada.
Por eso el Olvido es amigo y favorece solamente a
Cosas como, Auschwitz,
la droga, también a: hambrunas plagas totalitarismos
dictadores masacres
–de tramas de gobiernos de la muerte– así también a:
la Mentira traga orbes,
a la noluntad no solidaria por desentendimiento,
a la conformidad –probeta de seres zombis–
Se hace profeta de fascismos,
xenofobias
monotonías escalofríos anáforas
despotismos
homofobias:
Como para el Olvido es mejor el porvenir y el
camino,
se construye imperceptible mediante acueductos de
la esperanza
del perdón y de la mejora.
Cuando desinfla el ahínco del trauma,
nos suministra una golosina del ímpetu hacia
salubridades indoloras, hacia precipicios de la
salvedad.
Y con el Olvido hacen alianzas
los exegetas
del equilibrio desquebrajado,
los abogados
de la mayoría,
los lobos y
anguilas del Alto Mando,
los guardianes y guardaismos de [izquierda,
centro
y derecha]
cuantificando paso a paso el importe
de sentido,
emociones, de la justicia,
todo para inyectarle el reuma del esquema al mundo.
Y cuando el mundo se injerta en
retóricas sistemáticas del desalojo, del dinero,
de la hipoteca,
de la
violencia y el miedo:
el mundo se resguarda en tumbas.
Se convierte en venganza,
Pero el
Olvido debería recordar los siguientes
vicios:
el vicio de sacrificarlo todo por la vida,
el vicio emprendedor de sabiduría,
el vicio de la denuncia,
vicio de la
lucha
vicio
del no rendirse.
Vicios nuestros de algunos,
que siendo Vicios como son:
no permiten –por imposiciones– dejarse hundir.
No se presta para –mediante sábanas ficticias del
sufrimiento– doblegarse
No deja [nunca] –incluso aunque no se quiera– de
comprometernos
con
el mundo:
nos hace (a quienes no sólo desean ver)
combatientes.
en pie. con los pies en suelo certero. soberanos con
cada manifestación propia.
Nos
hace mundo.
Y aunque recónditos, endurecidos, aunque
diversos:
nunca mastodontes al servicio de la crueldad.
Nunca engordados. Nunca al escape.
* * *
DESORBITADOS
No como la historia
del mundo o de los cielos:
nosotros
estamos fríos.
Instalados, Crucificados, Ordeñados.
Perdiendo amigos,
masticándolos, amándolos, violándolos;
abriendo su cráneo, fundiéndolos.
Solitarios ─alcanzando a beber de una vieja vasija─
ignorando los años que han pasado
llevándose nuestro espíritu
al hueco más profundo,
a la arena movediza de una nueva
idiosincrasia;
tan ligera como nuestros sacrificios.
* * *
POSTAPOCA
Se acabó el mundo decimos. Tal vez sea cierto. Yo
por eso tengo las piernas fuertes, para huir y avanzar
hasta donde me lo permita mi tosca consistencia. Nos
veremos allí, donde sólo queden dos cuerpos y las
terquedades del paraíso en hacernos llover el infierno
encima. Pero qué podría importar una que otra
tristeza cuando al final, aunque seamos los últimos
caminando el mundo, podremos cavar hondo en la
tierra para volver a comenzar.
* * *
GUARDARTE EN MIS RODILLAS
Llegas siempre que me invito a caminar.
De ti no puedo escaparme;
no puedo arrepentirme.
No ando en busca de ti
ni cargo contigo;
sucede que te me apareces, vívida,
entonces no puedo aguantarme.
Me digo que no estás, que faltas,
pero hay algo de ti que me acompaña; puede ser
que ya basta con lo que me he llevado de ti, aun así,
debo guardarte en mis rodillas, lo digo y lo digo
cuantas veces lo desee.
Aunque mis borracheras sean jefas de todo lo que
digo,
no te he dicho que estoy enamorado, y si esto es algo
importante, quién lo va a saber, pero a
ti:
Sé que debo
guardarte en mis libretas, gotear cada
migaja de ti. Debo gotearte en mi boca.
* * *
ESCAMA
A Sonia Luz
Una porción sin rostro y templada
intenta socavar el momento;
honestamente, el trazo, fue
elaborado por mí.
Más que un revolver, una servilleta,
pero, he conocido en ti el espinazo de las
contusiones,
de la linterna y de la gotera haciendo
laberintos;
oído cogote resolución
ahora se han pegado a tus cachetes,
a tus colores, para engullir toda
palabra cuando me lanzo hacia ti.
Y colmado entonces, respirando
la ausencia. Partirme hasta
pulverizarme (antes de la calma)
sin duda alguna, se convierte en
tu axioma. . . entonces, desconocerte y
amurallarte escapando de mí.
Atornillados los dolores de otras vidas
que fueron tuyas
sólo tuyas
tu pasado
tus otras gentes
el odio que conoces
las vertientes que fuiste.
Luego cortas mi cabeza.
* * *
CON LA HERIDA DE LA SANTA ESPINA
Con la herida de la santa espina camina el despierto,
el gordo, el flaco,
la serpiente,
la lucha y los disparos en la boca.
Porque ni a los chotas
ni a los Malaves’ de la vida
les incumben nuestras vacunas de la indulgencia
tampoco el humilde adiós de un rosario…
Jamás —ni siquiera sea durante un pequeñísimo
segundo—
las ratas pueden yacer tranquilas o
acomodadas en sarcófago de tierra o mármol.
No puede deliberarse como posible una tonta
nostalgia concerniente al enemigo;
pues a su fantasma, ni una vela es encendida ni es
guardada
cercana a nuestros recuerdos.
Debemos buscar para esa sombra el último de sus
respiros, luego tumbarle los dientes y arrancarle
los ojos y sin cautela escupirle; tal vez, nos toca
imaginarle indefensa con los pantalones orinados y
los ojos vendados antes de enfrentar su
fusilamiento.
Desaparecerla, y como si nuestras agrietadas cabezas
marcharan encima de la mentira y del hedor de los
traidores, aplastarles… Porque una vez, unas mil
veces, fuimos pisoteados.
Porque horrible y sincera tristeza provocan las
hermanas y los hermanos caídos: no las marionetas.
Y nuestras calles y avenidas y escuelas nunca
deberán estar nombradas a la inversa; quizá en
los manicomios, las prisiones, los descendientes
de tan violentada tiranía sean quienes reposen
cómodos, insalvables; sin sospecha, bautizando con
dolor y con miseria a su casta de engendros y de
presuntuosos.